Las historias son herramientas poderosas.
Si se usan de la forma correcta son capaces de provocar una transformación en el mundo. Y qué mejor transformación que la que llega a tu mentalidad.
Todo en este mundo es impulsado por historias. Tal vez también te guste el buen entretenimiento como a mí.
Logras un momento de descanso en tu semana y decides explorar lo que hay de nuevo en libros, series o películas.
Hay historias buenas y hay otras que lo intentan.
En toda historia hay un héroe, un personaje especial que quiere lograr algo. Cuando logras identificarte de cierta manera con el héroe, logras engancharte aún más en la trama.
Pasan algunos minutos, se unen amigos, se revelan enemigos, se dan a conocer mayores desafíos para este personaje y después el tan esperado desenlace.
Puede ser el caso que la historia tenga una continuación. Si fue una buena historia tú esperas a que esta continúe y te mantienes al tanto de los avances de las nuevas aventuras.
Se termina todo, vuelan los créditos sin escenas poscréditos, ¿y ahora qué?, tal vez te preguntaste.
Lejos de ver la historia de alguien más (la cual puede resultar inspiradora), alguna vez te has preguntado, ¿en qué parte de mi historia estoy? O mejor aún, ¿estoy realmente viviendo mi historia?
En esta era marcada por la tecnología, las prisas, el ruido, la fama y las tendencias, puedes caer en el error de quedarte estancado simplemente viendo lo que alguien más está logrando y llamarle a eso vida.
Tu vida cambia cuando pasas de ser un espectador a ser el protagonista.
¿Sientes que te estás moviendo en la dirección correcta?
Una de las cosas que quiero que consideres es el hecho de que tu vida es valiosa, y gracias a ese valor tú puedes lograr grandes hazañas. La verdad es lo único que te hace avanzar.
Si alguna vez has leído la Biblia te darás cuenta que desde el principio Dios formó a un hombre llamado Adán. Este primer hombre era valioso a los ojos de Dios.
¿Mantuvo Adán está mentalidad para lograr todo lo que Dios diseñó para él? Lamentablemente no. Pero esto te enseña algo importante si logras prestar atención a los detalles.
En cierta parte de la historia este personaje puso sus sentidos en un asunto que no merecía atención. Tú puedes aprender de esto y decidir mantener tus pensamientos en el valor que Dios te ha dado principalmente como Hijo. Así te mira Él.
Es a través de perspectivas brillantes que tu puedes resplandecer con tu historia en esta tierra. Y nada le saca tanto brillo a tu vida como la manera de pensar que tienen los cielos.
Puede que estés estancado en tu historia y te sientas en el momento decisivo de esa serie o película que viste, donde el héroe cayó en una crisis en medio de la oscuridad, pero de pronto llegó la luz. El héroe recordó su valor y lo grandioso de su propósito, se levantó y retomó el camino con más fuerza.
Haz lo mismo.
Detente y analiza la zona en donde estás.
Sí, revisa una nueva historia de alguien más de vez en cuando, pero céntrate en la tuya.
La verdad siempre será está: estás aquí para algo grande.
Eso es algo que Dios le dejó en claro a Adán, y hoy te lo recuerdo. Estás aquí para algo grande.
¡Usa esta herramienta y haz genial tu mundo!
Por cierto, si quieres inspirarte con más historias buenas te invito a conseguir mi libro EL HOMBRE QUE DEBO SER. En él te cuento un buen número de experiencias que sé que te van a ayudar a descubrir la mejor versión de ti.
Ahora sí que esta es una historia basada en hechos reales.
Sé que la vas a disfrutar.